El tipo le echó manos a todo, puso a toda su familia en Miami con nuestro dinero, y con toda su malicia, puso a otro limpio más en su lugar, dejándonos hasta ahora en una de las más crueles dictaduras que haya conocido la humanidad.
El hambre se apoderó de Venezuela, y junto al hambre, el resentimiento de un pueblo, que sigue buscando poner en buenas posiciones a supuestos LÍDERES marginales. Los agarran en cualquier lugar, les dan todo el respaldo y apoyo posible solo por ser tan tierrúos como el resto del pueblo miserable que aún sobrevive, y piensan que con eso van a lograr la ayuda que nunca llega.
El hambre se apoderó de Venezuela, y junto al hambre, el resentimiento de un pueblo, que sigue buscando poner en buenas posiciones a supuestos LÍDERES marginales. Los agarran en cualquier lugar, les dan todo el respaldo y apoyo posible solo por ser tan tierrúos como el resto del pueblo miserable que aún sobrevive, y piensan que con eso van a lograr la ayuda que nunca llega.
Qué más se puede esperar de un país en el que los profesores universitarios se dedican a trabajar en minas ilegales para ganarse u poco más de dinero, o que doctores profesionales vendan helados en las calles, porque los 10 dólares que ganan por mes en un hospital no les alcanza para lo más básico...
Mientras tanto el mundo nos da la espalda, porque no les servimos para nada. Nuestro petróleo ya no les vale porque lo consiguen más barato y rápido con enormes máquinas que exprimen las piedras y sacan todo el que quieran.
Tampoco quieren venir a buscar los minerales que tanto atesorábamos, porque les sale más caro produciros en Venezuela que comprarlos a otros países.
En definitiva, Venezuela pasó a ser un patio trasero, lleno de basura que nadie quiere, con millones de indigentes sin educación básica y con malas costumbres. Un lugar más bonito que Haití, pero en el que no hay nada más que un paisaje.
Los venezolanos siendo engañados una y otra vez, porque no tomaron las previsiones de elegir a alguien que les firmara una hoja con una garantía y un plazo. "Si no saco a Maduro y restituyo la democracia en 12 meses, me voy". Es lo que debió decir aquella acta. Hasta hoy no se ve ni el más mínimo resultado, y el número de presos políticos crece cada día.
Las promesas llevadas por el viento han dejado a todo el pueblo desprotegido. Unos queriendo huir a otros lugares de Latinoamérica en donde nos odian, pero por lo menos no nos morimos de hambre.
Otros queriendo lucrarse abriendo negocios todos los días, bodegones, panaderías, quincallas, todo lo que de dinero para vender un lápiz de 1 centavo de dólar, a un dólar y medio, para ganarle el 1500%
Venezuela ya no existe, ya no es parte del mapa, es apenas un cúmulo de tierra y basura, sobre el que puede aterrizar un avión lleno de drogas para distribuirlas luego por el resto de América,
Con un pueblo desarmado y militares con armas rusas oxidadas desde hace 50 años, los norteamericanos ni se atreven a entrar, y mucho menos ahora que tienen un presidente progresista que quiere socialismo.
Los que deberían estar aquí salvándonos, ahora pasean por las calles de España, Colombia, Dominicana, Miami, y lo peor es que siguen cobrando su buen sueldazo en dólares como si estuviesen aquí trabajando.
El pueblo no termina de darse cuenta de que está siendo timado, y a capa y espada defienden un proyecto pacifista sin fin, que apenas tiene por objetivo mantener a Maduro en el poder eternamente. Un disfraz para hacernos creer lo increíble.
Pon a un hombre hambriento a gerenciar un almacén lleno de comida, y verás lo que sucede.
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Fuente: Gustavo Contreras ( Correo del Lector)
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